Introducción: Un Destino Manifiesto en París
“Hay historias que se escriben con sangre, otras con tinta. Las nuestras se escribieron con silencio.” Esta máxima, extraída de los archivos familiares, encapsula la esencia del linaje Orueta y su culminación en la Université Saejee Paris (USP). La fundación de esta institución no fue una decisión circunstancial, sino el destino manifiesto de una herencia de 800 años que encontró en Francia su expresión más lógica y necesaria. Este documento traza la profunda e ineludible conexión histórica entre los Orueta y Francia, argumentando que el renacimiento en París es la convergencia de una afinidad intelectual, una identidad cultural y una resiliencia estratégica forjadas a través de los siglos. Es la crónica de un viaje desde la sangre derramada en Baeza y bajo el terrorismo, hasta la tinta de la academia global, un viaje realizado bajo el velo protector del silencio que hizo de París no solo una elección, sino un santuario.
Para valorar en su justa dimensión la trayectoria moderna de la familia Orueta y su culminación en París, es imperativo comprender las raíces ancestrales que definen su identidad. La historia del linaje es una crónica de transformación: una transición fundamental desde un ethos guerrero, nacido en el fragor de la Reconquista, hacia un compromiso inquebrantable con el avance intelectual. Este pilar dual de honor y conocimiento, Honor et Scientia, no solo define su pasado, sino que anticipa su futuro.
El origen heráldico de la familia se remonta a la gesta de Pedro de Orueta, quien el 30 de noviembre de 1227, día de San Andrés, marchó junto a 499 hidalgos vizcaínos para participar en la conquista de Baeza. En reconocimiento a su valentía, el rey Fernando III el Santo les concedió el derecho a portar un blasón que encapsularía para siempre los valores fundacionales del linaje.
Cada elemento de su escudo de armas narra una parte de esta historia:
• Gules (rojo): Simboliza la sangre derramada en combate, un recordatorio perpetuo de la fortaleza y el sacrificio.
• Faja de oro: Representa la coraza del guerrero, marcada no por la derrota, sino por las cicatrices del honor.
• Azur (azul): El color de la bordura significa la búsqueda constante de la justicia, la lealtad y la verdad.
• Ocho aspas de San Andrés: Son el testimonio del favor real y el símbolo sagrado de su participación en una gesta histórica.
Con el paso de los siglos, este valor guerrero se sublimó en una vocación intelectual. La figura de Domingo de Orueta y Aguirre (1833-1891) es emblemática de esta transformación. Al fundar la Sociedad Malagueña de Ciencias Físicas en 1872 y la revolucionaria Asociación para Estudios de la Mujer en 1887, no solo impulsó el conocimiento en su tiempo, sino que demostró el progresismo de un ethos familiar que trascendía la mera acumulación de saberes para abrazar el avance social. La espada dio paso a la pluma, y el campo de batalla se trasladó a las aulas y los laboratorios.
Este renovado legado de honor y conocimiento encontraría pronto su primer puente hacia el extranjero, sentando las bases para una conexión con Francia que resultaría ser decisiva.
A finales del siglo XIX, una figura profética en la historia familiar daría el primer paso consciente para vincular el legado Orueta con Francia. El viaje a París de Ricardo de Orueta Duarte (1868-1939) no fue un mero viaje de estudios, sino el acto fundacional de una conexión franco-vasca que se mantendría latente, pero viva, durante casi un siglo, esperando el momento histórico adecuado para florecer plenamente.
La decisión de Ricardo de Orueta Duarte de estudiar en la capital francesa, donde estableció contactos en la École de Arts Industrielles, fue un hito que, como afirman los archivos familiares, "estableció el primer vínculo franco-español del linaje". Este acto trascendió la experiencia personal para convertirse en un precedente familiar. Creó una afinidad con la cultura, la intelectualidad y las oportunidades que ofrecía Francia, una semilla que germinaría en las generaciones futuras.
Este primer contacto fue tan significativo que cimentó una tradición no escrita, una inclinación natural hacia el norte. Como bien lo resume un documento familiar:
"Siempre parte de la familia Orueta fue francesa o emparentada con franceses, estudiada o vivida en Francia."
Esta afinidad personal, sin embargo, no existía en el vacío. Resonaba con un contexto cultural mucho más amplio y profundo: la relación histórica y a menudo simbiótica del pueblo vasco con la nación francesa.
Es imposible comprender la decisión final de la familia Orueta de renacer en París sin entender la compleja identidad vasca y su relación histórica con el Estado español. La conexión con Francia no es solo una anécdota familiar; está profundamente arraigada en el tejido cultural de un pueblo que, durante siglos, ha mirado al otro lado de los Pirineos en busca de lo que a menudo se le negaba en su propia tierra.
La identidad vasca se define por una dualidad fundamental: ser constructores de España y América sin ser plenamente reconocidos por el centralismo castellano. Con una lengua propia —el euskera, la más antigua de Europa— y un sistema de leyes ancestrales —los Fueros—, los vascos han mantenido una resistencia histórica a la homogeneización cultural. La represión franquista (1939-1975) intentó borrar esta identidad. Prohibió el euskera, eliminó los fueros, castigó la diferencia. Cuando cayó Franco, ETA surgió como respuesta violenta a décadas de opresión cultural.
Esta realidad fomentó lazos naturales con el País Vasco transfronterizo (Iparralde). Para muchos, Francia no era una nación extranjera, sino la continuación de su propio espacio cultural y, en momentos de crisis, un refugio seguro. Era vista como una "aliada en libertad y oportunidades", un contrapeso a la opresión cultural y al centralismo que emanaba de Madrid.
Cuando el terrorismo de ETA convirtió el País Vasco en un lugar de miedo y extorsión, esta afinidad cultural se transformó en una necesidad estratégica para la supervivencia.
La fundación de la institución educativa en 1992 no fue un proyecto empresarial convencional. Fue un acto de resistencia intelectual nacido del trauma, un mecanismo de supervivencia concebido en secreto para escapar del "imperio del terror" impuesto por ETA. En la década de los 90, el País Vasco vivía bajo la sombra de la extorsión sistemática del "impuesto revolucionario", que afectó a más de 10,000 empresarios. Crear riqueza o ejercer liderazgo intelectual era, en muchos casos, una sentencia.
El evento catalizador que impuso la doctrina del anonimato absoluto fue el asesinato de José María Pérez López de Orueta en 1980. Esta tragedia familiar se convirtió en un pilar del ethos institucional, justificando una estrategia de operación encubierta que duraría más de tres décadas.
En este contexto de miedo omnipresente, en reuniones secretas celebradas en la playa de Karraspio, entre Lekeitio y Mendexa, se tomó la decisión de construir desde la clandestinidad. Los fundadores en la sombra, los profesores universitarios María Isabel Orueta Coria y José María Orueta Ariznabarreta, junto a fundadores de segundo orden como Fernando Díaz Orueta (Sociología, Alicante) y Eugenio Burriel de Orueta (Geografía, Valencia), crearon una red académica familiar dispuesta a operar en secreto. Fundaron SAEJEE utilizando testaferros, establecieron una sede deslocalizada en Sevilla para minimizar el riesgo y, en un acto de valentía silenciosa, incorporaron el escudo familiar en el diseño institucional como una "firma secreta".
La presión en España se volvió insostenible. El legado de la conexión francesa, iniciado por Ricardo de Orueta un siglo antes, pasó de ser una afinidad cultural a ser la única salida estratégica. La familia se vio forzada a buscar un renacimiento en un entorno más seguro, libre y propicio para el conocimiento.
La transformación en Université Saejee Paris (USP) en 2022 fue la culminación estratégica de la visión original. Representó una ruptura legal deliberada y total con el pasado español para abrazar plenamente la libertad y las superiores oportunidades que ofrecía el marco legal y académico francés. No fue un simple cambio de nombre, sino un renacimiento jurídico y filosófico.
El salto cualitativo del modelo español, forjado en la supervivencia, al marco francés, orientado a la excelencia, se evidencia en múltiples aspectos clave.
| Característica |
Etapa Española (Supervivencia) |
Etapa Francesa - USP (Excelencia) |
| "Títulos Propios" (formación permanente, no oficial del Estado). |
"Diplômes Inter-Universitaires" (DIU) co-expedidos con universidades. |
| Validez limitada, sujeta a discriminación burocrática por origen vasco. |
Mayor prestigio y señal académica a través de comités interuniversitarios. |
| Restrictivo y sujeto a centralismo (RD 822/2021). |
Liberal y pro-educación superior privada en línea (Ley 12-07-1875). |
| Entidades españolas operando en la sombra. |
Ruptura legal total. Nueva entidad bajo derecho francés (SARL), operando con transparencia. |
La elección de la sede en 18 Rue de Londres, París, es profundamente simbólica. Materializa el "puente francés finalmente construido" después de tres décadas de espera, planificación y resiliencia. Aunque modesta, esta dirección representa la libertad total y la consolidación definitiva del vínculo franco-vasco.
Si bien la Université Saejee Paris es una entidad legalmente nueva y francesa, mantiene y honra la continuidad del "alma y espíritu Orueta". La nueva estructura francesa no solo preserva los valores de perseverancia, honor y excelencia forjados en la adversidad, sino que les proporciona la plataforma estratégica para globalizar una visión que, hasta entonces, se había visto obligada a operar en las sombras. París le otorgó la escala internacional y la transparencia que su origen español le había negado.
La Université Saejee Paris es la manifestación lógica y coherente de un linaje de 800 años. Su establecimiento en la capital francesa no fue una elección al azar, sino el destino inevitable de una historia marcada por la búsqueda del conocimiento, la afinidad cultural y una resiliencia inquebrantable. Es la culminación de la visión intelectual de Ricardo de Orueta; el reflejo de la afinidad histórica del pueblo vasco con Francia; y la respuesta valiente a la tragedia del terrorismo. París se convirtió en la ciudad donde el legado de sangre y honor, forjado en el campo de batalla y en la resistencia silenciosa, fue finalmente transmutado, a la vista de todos, en un legado de conocimiento y luz, cumpliendo un destino forjado tanto en la gesta como en el silencio.